Un discurso naif, casi de delegado de clase en la fiesta de fin de curso, en una sesión de Control al Gobierno no es forma de despedirse del público. No ya por la cantidad de topicazos sobre la concordia y la libertad que brotaron del tembleque de los labios de Casado, ni por la tendencia natural a la dramatización de los profesionales de los partidos, que fían a las formas su absoluta vacuidad en el fondo. La formación continua en las sedes de las organizaciones políticas sólo produce especialistas en democracia procesal, peritos en burocracia institucional, no pensadores. A la política de verdad, a la que sirve para servir, se llega con las gambas comidas y con el conocimiento adquirido…. Ver Más
José Tomás, el dios de la izquierda
No habrá paz para los que presenciaron la gran cima del verano. ¿Qué verán nuestros ojos mañana? Nadie que asistiera a la faena por naturales