- Oct 26, 2025

El desafío de las jóvenes monjas de clausura: vocaciones que enfrentan incomprensión familiar

La vocación a la clausura: un desafío para las jóvenes y sus familias

Para muchas familias católicas, la vocación religiosa es motivo de alegría, pero cuando se trata de una hija que decide entrar en un monasterio de clausura, las reacciones suelen ser muy variadas y a menudo difíciles de asumir. Existen dudas, incomprensiones y silencios prolongados, incluso entre quienes tienen fe profunda. Este choque emocional es el hilo conductor de la película ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián, Los Domingos, dirigida por Alauda Ruiz de Azúa.

Un acercamiento realista a la realidad vocacional femenina

La directora Alauda Ruiz de Azúa relató que, aunque no es creyente ni católica practicante, la historia de una joven que siente una llamada a la clausura le rondaba desde hace dos décadas. Su esfuerzo de documentación incluyó entrevistas con jóvenes aspirantes a la vida religiosa, sus familias y amigos. Lo que más le llamó la atención fue la reacción familiar ante el anuncio de la vocación, que en muchas ocasiones provocaba rechazo y conflictos, incluso en familias creyentes.

Experiencias personales: relatos de vocación y aceptación

La historia de Marta, una benedictina apoyada por sus padres

Marta, monja benedictina del Monasterio de la Santa Cruz en Sahagún (León), describe cómo explicó su decisión a sus padres con tan solo 16 años. «Se quedaron un poco en shock, pero me apoyaron desde el primer momento porque vieron que era lo que me hacía feliz», comenta. Aunque luego entendió que su caso es excepcional y que muchas jóvenes no reciben ese nivel de apoyo familiar, la experiencia positiva de Marta le permitió transitar el camino de la vocación con menos obstáculos.

Su llamada vocacional empezó en un viaje familiar al monasterio de Leyre (Navarra) justo al cumplir los 16 años, donde sintió «una sensación muy agradable» y descubrió la regla de San Benito, base de la vida monástica benedictina. A partir de ahí, comenzó a investigar y finalmente eligió el monasterio de Sahagún para su vocación. Marta explica que para protegerse de posibles críticas y malos entendidos, retrasó contar su decisión a amigos y familiares lejanos hasta poco antes de ingresar.

María, la vocación en silencio y la incomprensión familiar

La experiencia de María, próxima a ingresar en un Carmelo, refleja el conflicto más habitual: la incomprensión familiar. Ella comenzó a sentir su vocación al terminar la universidad, tras mucho discernimiento y entrega gradual a la vida religiosa, y a pesar de la vinculación estrecha con su parroquia, su decisión de entrar en clausura supuso un impacto para sus padres, especialmente para su madre, que lo vivió como un ataque personal.

Dejar la universidad en el último curso para entrar en clausura fue un «bombazo» para la familia, que aunque intuía la vocación religiosa, no esperaba la elección estricta y reservada que representa la vida contemplativa en clausura. Años después, la familia ha aceptado y apoya esta decisión.

La vida en clausura hoy: de la rigidez a la apertura

Las normas estrictas que tradicionalmente han caracterizado la clausura se han ido suavizando en los últimos años. Las mujeres que ingresan ya no se encuentran completamente aisladas; muchas órdenes han abierto sus puertas, inclusive en el ámbito digital.

Un claro ejemplo es Marta, quien lleva una activa vida como evangelizadora digital con más de 145.000 seguidores en Instagram, donde comparte su día a día, la vocación y consejos espirituales. Esta visibilidad digital facilita que las jóvenes interesadas puedan conocer la vida monástica sin acudir directamente a un monasterio o al tradicional torno.

Además de las redes, algunas comunidades organizan encuentros y estancias durante el verano para que las jóvenes puedan experimentar la vida contemplativa y discernir su vocación, con cifras que muestran un crecimiento, pese a las dificultades.

Contexto actual de la vida contemplativa femenina en España

España continúa siendo uno de los países con más monasterios activos del mundo. La última memoria de la Conferencia Episcopal da cuenta de 703 cenobios y 7.664 miembros en vida contemplativa, de los cuales más de 7.000 son mujeres.

Aunque la media de edad de las monjas de clausura es alta, se observa un aumento en vocaciones jóvenes. Ordenes como Iesu Communio cuentan con multitud de jóvenes en su comunidad, y otras como las benedictinas de Sahagún muestran crecimiento discreto pero constante.

Conclusión: elegir la vida de clausura, un acto de rebeldía y amor

Elegir la vida contemplativa femenina hoy implica enfrentarse a múltiples retos, tanto personales como sociales y familiares. El acto de renunciar al mundo para entregarse a Dios desde la clausura es una «rebeldía» que refleja un compromiso profundo y sincero con la vocación, resumido en la regla de san Benito: «Nada anteponer al amor de Cristo».

En un tiempo donde la espiritualidad es un camino diverso y multifacético, estas jóvenes monjas representan una expresión genuina de fe y entrega, mostrando que las vocaciones contemplativas no solo persisten, sino que se adaptan y renuevan en el siglo XXI.

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Imagen: www.abc.es

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