Una jornada histórica para Venezuela y la Iglesia Católica
Más de 5.000 venezolanos viajaron a Roma para presenciar un evento sin precedentes: la canonización de los dos primeros santos de Venezuela, el médico y microbiólogo José Gregorio Hernández (1864-1919) y la religiosa Carmen Rendiles (1903-1977). La ceremonia, presidida por el Papa León XIV, tuvo lugar en la emblemática plaza de San Pedro y reunió a fieles de todo el mundo.
La canonización y su significado
El Papa León XIV canonizó a un total de siete nuevos santos durante el acto, entre ellos el primer santo de Papúa Nueva Guinea, además de otros provenientes de Italia y Armenia. Sin embargo, la atención se centró en la importancia simbólica de reconocer oficialmente a los dos primeros santos provenientes de Venezuela, un país con una profunda tradición católica.
El papel de José Gregorio Hernández
José Gregorio Hernández es considerado un pionero en la medicina venezolana, conocido por modernizar la práctica médica y especializarse en microbiología y bacteriología estudiando en centros de primer nivel mundial, como laboratorios en Nueva York, Berlín, el Instituto Pasteur de París y en Madrid con Santiago Ramón y Cajal. Su imagen icónica siempre lo muestra vestido con traje, corbata y sombrero de bombín.
Además, su legado incluyó la formación de médicos venezolanos tanto desde el punto de vista científico como humano. Su influencia trascendió la medicina; la costumbre entre los doctores venezolanos de dedicar parte de su tiempo a atender a comunidades desfavorecidas se considera un reflejo de su ejemplo de servicio solidario.
Carmen Rendiles y su legado religioso
La religiosa Carmen Rendiles, por su parte, fue una destacada fundadora carismática y misionera reconocida por su entrega espiritual y caritativa. Su vida estuvo marcada por la devoción y la ayuda a los más necesitados, convirtiéndose en modelo para la comunidad religiosa venezolana y en inspiración para los fieles.
Contexto social y político en Venezuela
En vísperas de esta importante ceremonia, la figura de los nuevos santos adquirió una dimensión social relevante. La opositora venezolana María Corina Machado hizo un llamamiento para que la canonización se celebrara en un clima de libertad, solicitando que se realizara sin la presencia de presos políticos en el país. Esta petición también fue apoyada por los obispos venezolanos. Aunque Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ha negado la existencia de presos políticos, se especula con una posible liberación de algunos prisioneros relacionados con esta situación, dada la relevancia espiritual y social de la fecha.
Las palabras del Papa León XIV durante la ceremonia
Durante la homilía, el Papa se centró en un mensaje espiritual, evitando referencias directas a la política, aunque en sus palabras se percibieron alusiones a la situación actual del mundo. Advertió sobre dos tentaciones que ponen a prueba la fe de las personas: por un lado, el desaliento ante el mal y el sufrimiento inocente, y por otro, la pretensión de que Dios actúe según nuestros deseos humanos como si pudiéramos mandarlo.
El Papa enfatizó que Dios está presente en el sufrimiento y la injusticia y que su justicia es el perdón y la redención, recordando que «no hay llanto que Dios no consuele ni lágrima que esté lejos de su corazón».
Reconocimiento y ejemplos de santidad salidos de Venezuela y el mundo
León XIV describió a los nuevos santos, incluyendo a los venezolanos, como «amigos de Cristo», mártires, evangelizadores, fundadores y benefactores de la humanidad que han dejado sus corazones encendidos por la devoción y el servicio. Entre ellos mencionó al obispo Ignacio Choukrallah Maloyan, el catequista Pedro To Rot, sor María Troncatti, sor Vicenta María Poloni y Bartolo Longo.
Denuncias y llamados a la paz mundial
Además de la canonización, el Papa León XIV aprovechó la misa para hacer un llamado a la paz global. Denunció la violencia y el conflicto armado actual, poniendo especial énfasis en la situación en Myanmar, donde los enfrentamientos y bombardeos están afectando a la población civil y a infraestructuras esenciales.
El Pontífice recordó que, según datos de la ONU, desde el golpe militar de 2021 en Myanmar han muerto 75.000 personas y más de 3 millones han sido desplazadas. Hizo un llamamiento enérgico a un alto el fuego efectivo y urgió a que «los instrumentos de guerra den paso a los de la paz a través de un diálogo inclusivo y constructivo».
Finalmente, rezó expresamente por la paz en Tierra Santa, Ucrania y otros lugares azotados por la guerra, deseando sabiduría y perseverancia a los líderes mundiales para alcanzar una paz justa y duradera.
Imagen: www.abc.es